Cuando creímos haberlo visto todo, MORENA continúa escarbándole al fondo. Hoy en día, no solo gobiernan, sino que han instaurado lo que podríamos llamar, sin duda alguna, una “Supremacía de MORENA". Esto se ha convertido en un acto de supresión total, un absolutismo disfrazado de progreso que ignora no solo a la oposición y a la Constitución misma, sino al propio pueblo que dice representar, ignorando al 46% de la ciudadanía que no votó por ellos.
En vez de reforzar la democracia, MORENA parece decidido a sofocarla, estableciendo un "blindaje" contra cualquier impugnación a sus reformas, lo bien podría llamarse una estrategia "terrorista" en contra de los derechos fundamentales de los mexicanos.
El espectáculo más reciente en la Cámara de Diputados no fue otra cosa que una tragicomedia de improvisaciones y enfrentamientos en la que la mayoría oficialista decidió aprobar una reforma de última hora sin aviso previo ni oportunidad de análisis para la oposición. Nuestra compañera de Acción Nacional, Paulina Rubio Fernández no pudo evitar señalar la falta de transparencia, aludiendo al hecho de que el dictamen fue enviado apenas unas horas antes de la sesión. En esta situación, uno podría preguntarse: ¿no será esto una táctica deliberada para aplastar cualquier objeción antes de que pueda surgir?
Más allá de esta improvisación, la intención subyacente de la reforma a los artículos 105 y 107 de la Constitución es preocupante. La llamada "supremacía constitucional" pretende limitar, o más bien erradicar, la posibilidad de impugnaciones. En otras palabras, si se toca la Constitución, MORENA y sus aliados quieren garantizar que nadie pueda cuestionar la legalidad o legitimidad de los cambios. Un golpe directo a la división de poderes, esa piedra angular de cualquier sistema democrático, que ahora parece más frágil que nunca.
El ministro Javier Laynez Potisek no pudo ser más claro al calificar esta maniobra como una amenaza para la ciudadanía, afirmando que va "más allá" de un simple conflicto entre poderes. Para él, y para muchos otros observadores, este blindaje constitucional es un ataque directo a los derechos de los ciudadanos. Y es que, una vez aprobada, la reforma privará a los mexicanos de las vías legales para defenderse de cualquier decisión del Congreso que considere conveniente modificar la Constitución.
Las implicaciones de esta “supremacía” son profundas. Más allá de la anulación de los recursos de amparo, estamos hablando de una reforma que otorgará al Legislativo el poder absoluto de reformar la Constitución sin ninguna restricción. Las decisiones de los jueces, las demandas ciudadanas y cualquier forma de disidencia quedarán enterradas bajo esta nueva estructura. Parece que la frase "lo que MORENA quiere, MORENA lo tiene" nunca fue tan literal.
Esta reforma representa una oscura ironía en la que MORENA, al prometer que trabaja en nombre del pueblo, está construyendo un muro entre ellos y la ciudadanía. La pregunta es cuánto tiempo más durará esta farsa y hasta qué punto el pueblo mexicano está dispuesto a tolerarla. Porque, al final, todo "imperio" tiene su fin, y es solo cuestión de tiempo antes de que la ciudadanía reclame lo que le pertenece: una Constitución que esté de su lado, no en su contra.