Los aranceles impuestos por Donald Trump representan una medida imprudente que afecta la estabilidad económica de ambas naciones. Sin embargo, el expresidente estadounidense, quien ahora retoma las riendas de una de las potencias mundiales, parece tener un objetivo adicional: evidenciar la inacción del gobierno de Claudia Sheinbaum frente al crimen organizado.
La imprudencia arancelaria de Trump solo es equiparable a la negligencia de los gobiernos de MORENA en materia de seguridad. En lugar de combatir con determinación a la delincuencia, han priorizado la consolidación del poder mediante la eliminación de organismos clave para la democracia, el sometimiento de los poderes legislativo y judicial, y una estrategia de manipulación mediática diseñada para moldear la opinión pública a su favor.
Mientras López Obrador y Sheinbaum han dedicado sus esfuerzos a deslegitimar a sus opositores y confrontar a la iniciativa privada, la política exterior de México ha estado marcada por la simulación y la omisión. La narrativa oficial insiste en minimizar la crisis de seguridad, pero los hechos la desmienten: la violencia sigue en ascenso y las estructuras criminales operan con una impunidad alarmante.
Diariamente, el aparato de propaganda de MORENA inunda el debate público con discursos vacíos y falacias que intentan sostener una realidad alterna, promovida desde las conferencias matutinas del gobierno federal. Sin embargo, la reciente declaración de Trump sobre la existencia de un 'narcoestado' en México no surge en el vacío: es el resultado de una administración que, más que resolver los problemas del país, se ha concentrado en perpetuarse en el poder y en desplegar proyectos faraónicos que solo generan la ilusión de progreso.
Si bien la presidenta ha logrado obtener una tregua momentánea, la realidad es que, sin medidas concretas contra los problemas estructurales que enfrenta México, el país corre el riesgo de someterse a las presiones de Estados Unidos o de padecer las consecuencias de las decisiones que tome Donald Trump en el futuro. La seguridad y la estabilidad de la nación no pueden seguir postergándose en favor de la retórica política.
Los aranceles impuestos por Donald Trump representan una medida imprudente que afecta la estabilidad económica de ambas naciones. Sin embargo, el expresidente estadounidense, quien ahora retoma las riendas de una de las potencias mundiales, parece tener un objetivo adicional: evidenciar la inacción del gobierno de Claudia Sheinbaum frente al crimen organizado.
La imprudencia arancelaria de Trump solo es equiparable a la negligencia de los gobiernos de MORENA en materia de seguridad. En lugar de combatir con determinación a la delincuencia, han priorizado la consolidación del poder mediante la eliminación de organismos clave para la democracia, el sometimiento de los poderes legislativo y judicial, y una estrategia de manipulación mediática diseñada para moldear la opinión pública a su favor.
Mientras López Obrador y Sheinbaum han dedicado sus esfuerzos a deslegitimar a sus opositores y confrontar a la iniciativa privada, la política exterior de México ha estado marcada por la simulación y la omisión. La narrativa oficial insiste en minimizar la crisis de seguridad, pero los hechos la desmienten: la violencia sigue en ascenso y las estructuras criminales operan con una impunidad alarmante.
Diariamente, el aparato de propaganda de MORENA inunda el debate público con discursos vacíos y falacias que intentan sostener una realidad alterna, promovida desde las conferencias matutinas del gobierno federal. Sin embargo, la reciente declaración de Trump sobre la existencia de un 'narcoestado' en México no surge en el vacío: es el resultado de una administración que, más que resolver los problemas del país, se ha concentrado en perpetuarse en el poder y en desplegar proyectos faraónicos que solo generan la ilusión de progreso.
Si bien la presidenta ha logrado obtener una tregua momentánea, la realidad es que, sin medidas concretas contra los problemas estructurales que enfrenta México, el país corre el riesgo de someterse a las presiones de Estados Unidos o de padecer las consecuencias de las decisiones que tome Donald Trump en el futuro. La seguridad y la estabilidad de la nación no pueden seguir postergándose en favor de la retórica política.