Durante el primer cuatrimestre de 2025, 8,982 personas fueron asesinadas en México, lo que representa un promedio escalofriante de 75 víctimas de homicidio doloso y feminicidio cada día, según el más reciente análisis de México Unido contra la Delincuencia (MUCD). Aunque el gobierno federal insiste en que la violencia está “contenida”, los datos muestran un país donde la inseguridad se mantiene como norma, no como excepción.
De enero a abril de este año, algunos indicadores delictivos registraron ligeras disminuciones respecto al mismo periodo de 2024. Por ejemplo:
Sin embargo, estos crímenes siguen ocurriendo en todos los estados, con focos rojos en entidades como el Estado de México, Sinaloa y Quintana Roo.
Municipios como Culiacán, Ecatepec, Benito Juárez (Quintana Roo), Naucalpan y Toluca concentran el 13% de todas las carpetas iniciadas en el país. Es decir, la violencia está lejos de desaparecer: simplemente se ha vuelto costumbre.
A diferencia de otros delitos, la extorsión va al alza: se registraron 3,877 víctimas, un incremento del 5% respecto al año pasado. El Estado de México concentra el 27% del total de casos a nivel nacional, con cuatro de sus municipios entre los más afectados.
Además, el contexto político tampoco escapa de la violencia. El proyecto “Votar entre balas”, de Data Cívica, reveló que entre enero y abril hubo 182 víctimas de violencia político-criminal, incluyendo:
Este escenario de terror se intensifica a pocos días de las elecciones judiciales y comicios locales en Durango y Veracruz, lo que hace evidente el fracaso del gobierno en garantizar procesos democráticos seguros.
Mientras los números demuestran que México sigue siendo un país extremadamente violento, la narrativa oficial busca minimizar la tragedia. Las ligeras caídas en ciertos indicadores no significan una mejora real, sino que reflejan una estrategia de contención mediática, no de pacificación efectiva.
La violencia no desaparece, solo cambia de forma, se desplaza o se oculta tras cifras cuidadosamente manipuladas. Pero la realidad es clara: más de 75 personas son asesinadas cada día, miles sufren extorsión, abuso, secuestros y violencia sexual, y el país sigue sin garantías mínimas de justicia o seguridad.
Durante el primer cuatrimestre de 2025, 8,982 personas fueron asesinadas en México, lo que representa un promedio escalofriante de 75 víctimas de homicidio doloso y feminicidio cada día, según el más reciente análisis de México Unido contra la Delincuencia (MUCD). Aunque el gobierno federal insiste en que la violencia está “contenida”, los datos muestran un país donde la inseguridad se mantiene como norma, no como excepción.
De enero a abril de este año, algunos indicadores delictivos registraron ligeras disminuciones respecto al mismo periodo de 2024. Por ejemplo:
Sin embargo, estos crímenes siguen ocurriendo en todos los estados, con focos rojos en entidades como el Estado de México, Sinaloa y Quintana Roo.
Municipios como Culiacán, Ecatepec, Benito Juárez (Quintana Roo), Naucalpan y Toluca concentran el 13% de todas las carpetas iniciadas en el país. Es decir, la violencia está lejos de desaparecer: simplemente se ha vuelto costumbre.
A diferencia de otros delitos, la extorsión va al alza: se registraron 3,877 víctimas, un incremento del 5% respecto al año pasado. El Estado de México concentra el 27% del total de casos a nivel nacional, con cuatro de sus municipios entre los más afectados.
Además, el contexto político tampoco escapa de la violencia. El proyecto “Votar entre balas”, de Data Cívica, reveló que entre enero y abril hubo 182 víctimas de violencia político-criminal, incluyendo:
Este escenario de terror se intensifica a pocos días de las elecciones judiciales y comicios locales en Durango y Veracruz, lo que hace evidente el fracaso del gobierno en garantizar procesos democráticos seguros.
Mientras los números demuestran que México sigue siendo un país extremadamente violento, la narrativa oficial busca minimizar la tragedia. Las ligeras caídas en ciertos indicadores no significan una mejora real, sino que reflejan una estrategia de contención mediática, no de pacificación efectiva.
La violencia no desaparece, solo cambia de forma, se desplaza o se oculta tras cifras cuidadosamente manipuladas. Pero la realidad es clara: más de 75 personas son asesinadas cada día, miles sufren extorsión, abuso, secuestros y violencia sexual, y el país sigue sin garantías mínimas de justicia o seguridad.