La Ley de Amparo ha sido, durante décadas, el último escudo de los ciudadanos frente a los abusos del poder. Gracias a ella, cualquier persona podía enfrentarse a decisiones arbitrarias de una autoridad, reclamar justicia y defender sus derechos cuando todo lo demás fallaba. Hoy, ese escudo está en riesgo porque Morena, con su mayoría en el Congreso, pretende desnaturalizarlo y convertirlo en un simple trámite sin fuerza real.
Lo que llaman “reforma a la Ley de Amparo” en realidad es un albazo legislativo, un golpe directo contra los derechos de los mexicanos. La propuesta permite que cualquier autoridad alegue imposibilidad material o jurídica para no acatar sentencias, incluso si un juez ya falló en favor de un ciudadano. En palabras simples: aunque tengas la razón, aunque un tribunal te dé la razón, la autoridad podrá ignorarlo y salirse con la suya.
El ejemplo es claro: si mañana te congelan tu cuenta bancaria injustamente, hoy puedes presentar un amparo y recuperar tu dinero mientras demuestras tu inocencia. Con la reforma, perderías esa opción y quedarías atado de manos. Lo mismo ocurriría si tienes un negocio y el gobierno decide, de manera arbitraria, retirarte un permiso: tendrías que esperar años a que se resuelva un juicio, mientras tu empresa se hunde. Y si el gobierno te debe dinero, simplemente podría no pagarte y justificarlo con una excusa legal.
Jorge Romero, dirigente nacional del PAN, lo dijo con claridad: esta iniciativa busca empoderar al gobierno y despojar a los ciudadanos. Es, en esencia, un retroceso democrático que abre la puerta a un régimen autoritario donde los ciudadanos quedan indefensos frente al poder público. Morena está volteando de cabeza la lógica de la justicia: lo que nació para proteger a las personas de los abusos ahora servirá para proteger al gobierno de cualquier reclamo.
Lo más indignante es que pretenden aprobar esta reforma en fast track, sin debate, sin escuchar a expertos, sin permitir que la sociedad opine. Es el estilo Morena: legislar a las carreras para imponer su visión autoritaria, aunque eso signifique borrar de un plumazo conquistas históricas que garantizan el acceso a la justicia.
El PAN ha anunciado que votará en contra de este atropello, y no es un asunto partidista: se trata de defender la herramienta que nos protege a todos. Porque si el amparo se debilita, los ciudadanos perderemos la única vía real de defensa frente a los abusos de autoridad.
En democracia, el poder se controla y se limita. Con esta reforma, Morena busca exactamente lo contrario: un poder sin contrapesos, inmune a la justicia y blindado contra los ciudadanos. Eso no es progreso, es autoritarismo disfrazado de ley.
La Ley de Amparo ha sido, durante décadas, el último escudo de los ciudadanos frente a los abusos del poder. Gracias a ella, cualquier persona podía enfrentarse a decisiones arbitrarias de una autoridad, reclamar justicia y defender sus derechos cuando todo lo demás fallaba. Hoy, ese escudo está en riesgo porque Morena, con su mayoría en el Congreso, pretende desnaturalizarlo y convertirlo en un simple trámite sin fuerza real.
Lo que llaman “reforma a la Ley de Amparo” en realidad es un albazo legislativo, un golpe directo contra los derechos de los mexicanos. La propuesta permite que cualquier autoridad alegue imposibilidad material o jurídica para no acatar sentencias, incluso si un juez ya falló en favor de un ciudadano. En palabras simples: aunque tengas la razón, aunque un tribunal te dé la razón, la autoridad podrá ignorarlo y salirse con la suya.
El ejemplo es claro: si mañana te congelan tu cuenta bancaria injustamente, hoy puedes presentar un amparo y recuperar tu dinero mientras demuestras tu inocencia. Con la reforma, perderías esa opción y quedarías atado de manos. Lo mismo ocurriría si tienes un negocio y el gobierno decide, de manera arbitraria, retirarte un permiso: tendrías que esperar años a que se resuelva un juicio, mientras tu empresa se hunde. Y si el gobierno te debe dinero, simplemente podría no pagarte y justificarlo con una excusa legal.
Jorge Romero, dirigente nacional del PAN, lo dijo con claridad: esta iniciativa busca empoderar al gobierno y despojar a los ciudadanos. Es, en esencia, un retroceso democrático que abre la puerta a un régimen autoritario donde los ciudadanos quedan indefensos frente al poder público. Morena está volteando de cabeza la lógica de la justicia: lo que nació para proteger a las personas de los abusos ahora servirá para proteger al gobierno de cualquier reclamo.
Lo más indignante es que pretenden aprobar esta reforma en fast track, sin debate, sin escuchar a expertos, sin permitir que la sociedad opine. Es el estilo Morena: legislar a las carreras para imponer su visión autoritaria, aunque eso signifique borrar de un plumazo conquistas históricas que garantizan el acceso a la justicia.
El PAN ha anunciado que votará en contra de este atropello, y no es un asunto partidista: se trata de defender la herramienta que nos protege a todos. Porque si el amparo se debilita, los ciudadanos perderemos la única vía real de defensa frente a los abusos de autoridad.
En democracia, el poder se controla y se limita. Con esta reforma, Morena busca exactamente lo contrario: un poder sin contrapesos, inmune a la justicia y blindado contra los ciudadanos. Eso no es progreso, es autoritarismo disfrazado de ley.