La política exterior de un país no puede ser campo de ocurrencias ni de improvisación ideológica. Se trata de una labor fina, de diplomacia, de inteligencia política y, sobre todo, de responsabilidad. Lamentablemente, el nuevo gobierno federal encabezado por Claudia Sheinbaum ha demostrado exactamente lo contrario: torpeza, falta de tacto y un alarmante desconocimiento de cómo se ejerce el poder en la esfera internacional.
En días recientes fuimos testigos de un episodio vergonzoso que podría escalar en un conflicto diplomático con nuestro principal socio comercial y destino migratorio: Estados Unidos. La secretaria de Seguridad Interior de ese país, Kristi Noem, señaló directamente a la presidenta Sheinbaum por “promover” protestas violentas de migrantes mexicanos en Los Ángeles. Noem no es una funcionaria menor: habló junto al mismísimo Donald Trump en la Casa Blanca, y lo dijo claro, sin rodeos.
Y aunque Sheinbaum intentó matizar el tema afirmando que “condena la violencia”, no podemos ignorar sus palabras del pasado 24 de mayo, donde amagó con “movilizarse” en contra del nuevo impuesto a las remesas aprobado en la Cámara de Representantes de Estados Unidos. ¿De verdad pensaba que eso no tendría consecuencias? ¿Qué clase de jefa de Estado incita desde el púlpito presidencial a que los migrantes en otro país se movilicen, sabiendo que esas acciones pueden derivar en actos de violencia?
Morena y Sheinbaum están jugando con fuego. Porque no es lo mismo dar un discurso populista en campaña que conducir una nación. El liderazgo no se ejerce con arengas ni provocaciones. Se ejerce con responsabilidad y visión de Estado. Pero en Morena confunden firmeza con estridencia, diplomacia con berrinche, y defensa del pueblo con agitación.
El impuesto del 3.5% a las remesas es, sin duda, una medida injusta y lesiva para millones de familias mexicanas. Pero eso no justifica que desde el Palacio Nacional se incentive el desorden o se trate de usar a nuestra comunidad migrante como carne de cañón político. La quema de vehículos en Los Ángeles no surgió de la nada. Vino precedida por declaraciones incendiarias y falta de conducción política.
Lo más grave es que esta postura puede terminar afectando a los propios migrantes. En lugar de tender puentes, Sheinbaum eligió levantar muros de desconfianza. En lugar de presionar con diplomacia, eligió confrontar con declaraciones irresponsables. Y mientras el gobierno de Trump avanza con su ofensiva fiscal, el de Morena responde con gritos que suenan más a provocación que a política de Estado.
Desde el PAN reiteramos nuestro rechazo a cualquier medida que afecte las remesas. Pero también exigimos que el gobierno de México actúe con seriedad. La política exterior no es para lucirse ante las cámaras ni para ganar likes. Es para proteger los intereses de la nación y de nuestros connacionales con inteligencia, diálogo y altura de miras.
Sheinbaum tiene que entender que ya no está en campaña. Es la presidenta de México. Y si no está dispuesta a actuar como tal, que no se sorprenda cuando su falta de habilidad nos meta en crisis internacionales que el país no necesita ni merece.
La política exterior de un país no puede ser campo de ocurrencias ni de improvisación ideológica. Se trata de una labor fina, de diplomacia, de inteligencia política y, sobre todo, de responsabilidad. Lamentablemente, el nuevo gobierno federal encabezado por Claudia Sheinbaum ha demostrado exactamente lo contrario: torpeza, falta de tacto y un alarmante desconocimiento de cómo se ejerce el poder en la esfera internacional.
En días recientes fuimos testigos de un episodio vergonzoso que podría escalar en un conflicto diplomático con nuestro principal socio comercial y destino migratorio: Estados Unidos. La secretaria de Seguridad Interior de ese país, Kristi Noem, señaló directamente a la presidenta Sheinbaum por “promover” protestas violentas de migrantes mexicanos en Los Ángeles. Noem no es una funcionaria menor: habló junto al mismísimo Donald Trump en la Casa Blanca, y lo dijo claro, sin rodeos.
Y aunque Sheinbaum intentó matizar el tema afirmando que “condena la violencia”, no podemos ignorar sus palabras del pasado 24 de mayo, donde amagó con “movilizarse” en contra del nuevo impuesto a las remesas aprobado en la Cámara de Representantes de Estados Unidos. ¿De verdad pensaba que eso no tendría consecuencias? ¿Qué clase de jefa de Estado incita desde el púlpito presidencial a que los migrantes en otro país se movilicen, sabiendo que esas acciones pueden derivar en actos de violencia?
Morena y Sheinbaum están jugando con fuego. Porque no es lo mismo dar un discurso populista en campaña que conducir una nación. El liderazgo no se ejerce con arengas ni provocaciones. Se ejerce con responsabilidad y visión de Estado. Pero en Morena confunden firmeza con estridencia, diplomacia con berrinche, y defensa del pueblo con agitación.
El impuesto del 3.5% a las remesas es, sin duda, una medida injusta y lesiva para millones de familias mexicanas. Pero eso no justifica que desde el Palacio Nacional se incentive el desorden o se trate de usar a nuestra comunidad migrante como carne de cañón político. La quema de vehículos en Los Ángeles no surgió de la nada. Vino precedida por declaraciones incendiarias y falta de conducción política.
Lo más grave es que esta postura puede terminar afectando a los propios migrantes. En lugar de tender puentes, Sheinbaum eligió levantar muros de desconfianza. En lugar de presionar con diplomacia, eligió confrontar con declaraciones irresponsables. Y mientras el gobierno de Trump avanza con su ofensiva fiscal, el de Morena responde con gritos que suenan más a provocación que a política de Estado.
Desde el PAN reiteramos nuestro rechazo a cualquier medida que afecte las remesas. Pero también exigimos que el gobierno de México actúe con seriedad. La política exterior no es para lucirse ante las cámaras ni para ganar likes. Es para proteger los intereses de la nación y de nuestros connacionales con inteligencia, diálogo y altura de miras.
Sheinbaum tiene que entender que ya no está en campaña. Es la presidenta de México. Y si no está dispuesta a actuar como tal, que no se sorprenda cuando su falta de habilidad nos meta en crisis internacionales que el país no necesita ni merece.