El día de ayer fue un momento crucial, la discusión del dictamen de reforma constitucional de la Guardia Nacional. Este debate se sostuvo en tres pilares fundamentales que merecen atención y a eso quiero dedicar la columna de hoy.
Primero: es crucial recordar que la actual mayoría en el Congreso se basa en un 5% de apoyo, utilizando una mayoría calificada para imponer su agenda. El pueblo de México confió en que otorgara solo una mayoría simple, sin la cual no habríamos llegado a este punto. Esto plantea interrogantes sobre la legitimidad de las decisiones que se toman en nuestro nombre.
Segundo: existe una incongruencia alarmante de parte de quienes pertenecen al partido que hoy tiene mayoría, ya que lo que antes se rechazaba vehementemente ahora se celebra. Es sorprendente ver a aquellos que durante años han criticado la militarización del país, hoy aplaudiendo un dictamen que va en contra de sus propios principios. Esta doble moral no solo confunde al electorado, sino que pone en riesgo el futuro de nuestra democracia.
Por último: La crisis que estamos viviendo. Estamos atravesando la peor crisis de seguridad en seis años. La estrategia de “abrazos a los que dan balazos” ha demostrado ser un fracaso rotundo. A pesar del sacrificio de las fuerzas armadas, no podemos caer en el falso dilema de estar a favor o en contra de ellas. El grupo parlamentario de Acción Nacional respeta profundamente al ejército y la marina, pero se opone firmemente a su militarización.
La visión de Acción Nacional es clara. Nosotros apoyamos la colaboración temporal de la Guardia Nacional, pero no su permanencia en las calles. Es esencial fortalecer las policías estatales y municipales, brindándoles recursos, capacitación y apoyo constante. Los ciudadanos en estados como Sinaloa, Tabasco, Michoacán y Sonora no deben quedar a merced de la inseguridad.
El legado del presidente López Obrador podría ser recordado como el de un “presidente de la muerte” si no se implementan estrategias efectivas que unan esfuerzos entre el estado, los municipios y la federación para garantizar la paz y seguridad de los mexicanos.
Esta reforma constitucional de la Guardia Nacional que consideramos una militarización del país, no es la respuesta. Necesitamos una estrategia integral que incluya el fortalecimiento de nuestras instituciones civiles. La reforma que hoy se debate no solo afecta el presente, sino que condiciona el futuro de nuestro país. Es momento de reflexionar sobre qué tipo de México queremos construir.