La opulencia republicana: MORENA y sus viajes de lujo con cargo al erario público

Desde hace más de seis años, MORENA ha intentado venderle al pueblo mexicano un discurso de “austeridad republicana” que en la práctica ha sido cualquier cosa menos austera. Se llenan la boca hablando de Benito Juárez, de la “justa medianía” y de que no puede haber “gobierno rico con pueblo pobre”, mientras sus dirigentes se dan la gran vida en hoteles de lujo en Europa y Asia, con cargo —directo o indirecto— al dinero de todos los mexicanos.

Ahí están las imágenes: Andrés “Andy” Manuel López Beltrán, secretario de Organización de MORENA e hijo del expresidente López Obrador, comiendo con el diputado Daniel Asaf en el hotel Okura de Tokio, uno de los más caros del mundo. También vimos al secretario de Educación, Mario Delgado, vacacionando en Lisboa, Portugal. Y a Ricardo Monreal, coordinador de los diputados de MORENA, alojado en un hotel madrileño donde la noche cuesta 25 mil pesos. Eso sin contar al diputado Pedro Haces, que celebró en el exclusivo club “Caroline’s 400” del St. Regis, en pleno Paseo de la Reforma, o los viajes a París en primera clase de Gerardo Fernández Noroña, presidente del Senado.

Ojo, no se trata de las cuentas que pagan los "funcionarios del bienestar": se trata del mensaje. Y el mensaje que están enviando es claro: la austeridad es para los de abajo. Ellos seguirán viviendo como reyes, mientras millones de mexicanas y mexicanos apenas sobreviven.

En México, 46.8 millones de personas viven en pobreza. Es decir, más de un tercio de la población. Lo dice el Coneval, no yo. La misma institución señala que millones de personas apenas sobreviven con ingresos que van de los 6,300 a los 12,600 pesos mensuales. Eso si tienen trabajo, porque hoy hay 1.7 millones de mexicanas y mexicanos sin empleo. Y ni qué decir de la desigualdad brutal: según Oxfam y Forbes, el 10% más rico concentra una parte desproporcionada del ingreso total del país.

Esa es la realidad del “pueblo bueno” al que tanto aluden cuando hay elecciones, pero al que ignoran olímpicamente cuando viajan en primera clase. ¿De qué sirve que Claudia Sheinbaum repita que “el recurso del pueblo es bendito” si sus funcionarios y aliados se lo gastan en lujos que millones de mexicanas y mexicanos ni siquiera pueden imaginar? ¿Quién le cree a un gobierno que dice vivir en “la justa medianía” mientras sus diputados posan en Capri, Ibiza y Tokio?

El problema no es sólo la hipocresía. El problema es que esos recursos que ellos dilapidan en mariachis, vinos caros y hoteles de cinco estrellas, son los que deberían usarse para garantizar medicinas, becas, estancias infantiles, caminos rurales y hospitales dignos. Pero no. En la “Cuarta Transformación”, la prioridad no es el pueblo, sino el poder.

MORENA llegó al poder prometiendo terminar con los excesos de los gobiernos anteriores. Pero lo único que hicieron fue cambiarle la etiqueta al derroche: lo que antes era corrupción, hoy lo llaman “transformación”; lo que antes era abuso, hoy lo justifican como “mérito”. Y lo peor es que encima nos piden aplaudirles.

Resulta inaceptable que quienes prometieron “vivir como el pueblo” hoy vivan como jeques. Porque mientras ellos celebran en hoteles de lujo, el pueblo mexicano —el verdadero, no el que aparece en sus spots— trabaja jornadas extenuantes por salarios miserables, vive con miedo por la inseguridad, sufre por la falta de médicos y medicamentos, y sobrevive en un país cada vez más caro y más desigual.

Esa es la “austeridad republicana” de MORENA: un disfraz retórico para encubrir su cinismo. Mientras tanto, la verdadera transformación que necesita México es una que ponga al ciudadano primero, que garantice empleo digno, salud de calidad, educación sin adoctrinamiento y un gobierno que no insulte la inteligencia de la gente.

Hoy más que nunca, necesitamos una oposición firme, clara y sin miedo, que señale estos abusos y que proponga un verdadero proyecto de país. Uno que no se base en discursos vacíos, sino en resultados concretos.

Porque México no necesita más simulación. Necesita seriedad, responsabilidad y respeto por cada peso que el pueblo paga con su esfuerzo.

Recortes en Coahuila son consecuencia de la irresponsable gestión de MORENA

La llamada "austeridad republicana" de Morena resultó ser una mentira costosa. Lejos de acabar con los “lujos del poder” y las “obras faraónicas” de gobiernos anteriores, el morenismo —de López Obrador a Claudia Sheinbaum— ha dejado una deuda histórica, un país sin crecimiento económico, y ahora, recortes presupuestales que afectan directamente a las familias mexicanas.

La deuda pública de México está por alcanzar un nivel sin precedentes: 19.96 billones de pesos, según los Precriterios 2026 entregados por Hacienda. Esto representa el 52.3% del PIB, y un incremento del 36% real respecto a 2018, cuando Morena asumió el poder. Traducido a términos personales, cada mexicano deberá casi 150 mil pesos, simplemente por haber nacido en este país.

¿Y qué hemos recibido a cambio de este endeudamiento masivo? ¿Un sistema de salud fortalecido? ¿Escuelas dignas? ¿Obras que mejoren nuestra competitividad? Nada de eso. Lo que ha crecido son los programas clientelares y las pensiones, que, aunque necesarios en un país desigual, hoy se llevan casi la mitad del presupuesto federal, sin garantía de sostenibilidad ni resultados de largo plazo.

La situación ha llegado a un punto crítico. En el caso de Coahuila, el gobernador Manolo Jiménez acaba de confirmar lo que temíamos: el gobierno federal anunció un recorte de cientos de millones de pesos en participaciones federales, lo que pone en riesgo obras clave para la entidad. Aunque aún no se sabe el monto exacto, los recortes llegarán en julio y agosto, afectando directamente la programación de infraestructura.

Proyectos estratégicos como la ampliación de la carretera Saltillo-Zacatecas en Derramadero, y tramos en la región de Torreón-La Joya-La Partida, están en juego. “Nos recortan un par de cientos de millones y nos afecta gravemente porque, ¿de dónde sacamos ese dinero para cubrir estos pagos?”, cuestionó el gobernador. Todo esto ocurre mientras el presupuesto federal se sigue concentrando en pensiones y subsidios, dejando sin margen a estados y municipios.

Y no se trata de una sorpresa. El recorte corresponde al Ramo 28 del Fondo General de Participaciones, un recurso esencial que ya estaba presupuestado, planeado y comprometido por las entidades federativas. El recorte es un golpe directo a las finanzas locales, y por ende, a la gente. Porque cuando se detiene una carretera, una obra de drenaje o una inversión pública, los afectados no son los gobernadores, sino las familias, los trabajadores, los estudiantes.

Esto es consecuencia de una mala planeación financiera nacional, que en lugar de invertir en infraestructura y crecimiento económico, se ha dedicado a tirar el dinero en subsidios sin evaluación ni resultados comprobables. Y lo más preocupante: este modelo está siendo replicado y defendido por Claudia Sheinbaum, quien en lugar de corregir el rumbo, ya anunció que continuará por el mismo camino del desastre fiscal.

La narrativa oficial asegura que la deuda como proporción del PIB se mantendrá “estable” en 2026. Pero los expertos no se lo creen. Ricardo Cantú, del CIEP, ya advirtió que estas estimaciones son demasiado optimistas y que la realidad económica —con amenazas como la recesión técnica y la incertidumbre global— podría terminar por superar las cifras “maquilladas” de Hacienda.

México se está quedando sin espacio fiscal. Las calificadoras ya están levantando alertas. Y mientras tanto, los ciudadanos —como los coahuilenses— empiezan a sentir las consecuencias reales de una política económica fallida: recortes, cancelación de obras, deterioro de servicios públicos y una deuda que crece en silencio.

La irresponsabilidad de Morena no sólo ha hipotecado el futuro, sino que ya comenzó a cobrarnos el presente. Esta es la verdadera herencia de la mal llamada "Cuarta Transformación": un país más endeudado, más pobre y más limitado. Lo que viene no será fácil. Y si no corregimos el rumbo, lo que está en juego es el bienestar de toda una generación.

Ya basta de indiferencia: exigimos inversión urgente en drenaje pluvial para Torreón

Torreón no puede seguir esperando. Cada año, cuando la temporada de lluvias se acerca, miles de familias en el suroriente de la ciudad reviven el mismo temor: que el agua entre por la puerta de su casa, que se detenga el tránsito en las calles, que se pierdan electrodomésticos, muebles, y lo más importante, la tranquilidad.

Desde hace años, Torreón sufre de una ausencia clara de infraestructura pluvial, especialmente en las zonas más vulnerables. Lo que para otros estados y ciudades puede significar un día lluvioso más, aquí puede convertirse en una emergencia.

Como diputado federal, presenté un punto de acuerdo ante la Comisión Permanente del Congreso de la Unión para exhortar al Ejecutivo federal a que, por medio de la CONAGUA, destine recursos extraordinarios a los municipios para infraestructura de drenaje pluvial. Pero esta no es una exigencia genérica: la prioridad debe ser Torreón.

Propusimos una asignación específica de 500 millones de pesos para iniciar con un proyecto integral de drenaje pluvial en el sector suroriente de la ciudad. Este monto, aunque ambicioso, es apenas una fracción de lo que se ha despilfarrado en obras sin impacto social real en otros puntos del país. Aquí, en cambio, cada peso puede representar seguridad, salud y dignidad para nuestras comunidades.

No es la primera vez que se habla del drenaje pluvial en Torreón. El tema ha sido postergado durante sexenios. Pero lo que lo hace más indignante hoy, es que el Gobierno federal ha mantenido en el olvido sistemático esta infraestructura básica, mientras promueve obras faraónicas en otras regiones, algunas con severas observaciones por parte de la Auditoría Superior de la Federación.

Lo que pasa en Torreón no es inevitable. Es consecuencia de omisión. El gobierno federal no puede seguir administrando el abandono como si fuera política pública. Y desde el Congreso, nuestra obligación es señalarlo y proponer soluciones concretas.

Hoy Torreón necesita voluntad política, no pretextos. Invertir en drenaje pluvial no es solo evitar inundaciones; es garantizar un entorno más sano, proteger el patrimonio de las familias y brindar certeza para invertir y vivir en nuestra ciudad.

Desde Acción Nacional y como representante de Coahuila, seguiré exigiendo que se atiendan estas necesidades con seriedad. Porque mientras la burocracia se entretiene en discursos, en nuestras colonias el agua sigue subiendo.

Reformas a la Guardia Nacional son un atentado contra la libertad de los mexicanos

En el Partido Acción Nacional lo advertimos desde el primer día: entregar la seguridad pública a las Fuerzas Armadas no solo es un error técnico, es un retroceso democrático. Hoy, con la aprobación del nuevo paquete de reformas a la Guardia Nacional en la Comisión de Justicia, el gobierno federal ha consumado uno de los mayores atentados contra la vida civil del país. Han legalizado lo que ya venían operando en los hechos: la militarización total de la seguridad pública.

No nos confundamos. Esta no es una estrategia de seguridad. Es una estrategia de control. Morena y sus aliados han decidido borrar los contrapesos civiles para entregarle todo el poder a la Secretaría de la Defensa Nacional. Bajo el falso argumento de que “las policías locales están corrompidas”, ahora justifican que la Guardia Nacional dependa por completo del Ejército, que sea parte de sus estructuras, de su fuero, de su jerarquía, de su lógica.

No basta con afirmar que se mantendrá el “mando civil” desde la presidencia, cuando en realidad se está vaciando de atribuciones a la Secretaría de Seguridad y trasladando todo a la Defensa.

Los datos son claros: esta reforma le da a la Sedena facultades de inteligencia, capacidad para operar encubiertamente, posibilidad de espiar conversaciones, revisar comunicaciones privadas y realizar detenciones con identidad simulada. Esto no es prevención. Esto es vigilancia. Esto es autoritarismo.

¿A quién se le ocurre que es buena idea permitir que un cuerpo armado con formación militar vigile nuestras conversaciones y se infiltre entre los ciudadanos como si fuéramos todos sospechosos? Lo que están construyendo no es un México más seguro, sino un México más sometido.

Desde el PAN, rechazamos esta reforma porque traiciona el espíritu civilista de nuestra Constitución. Porque es incompatible con una república democrática. Y porque su justificación es profundamente cínica: dicen que las policías municipales y estatales están corrompidas, pero no han invertido ni un peso serio para profesionalizarlas, evaluarlas o fortalecerlas.

Aquí está el verdadero problema: la incapacidad del gobierno para construir instituciones. En lugar de gobernar, centralizan. En lugar de corregir, imponen. En lugar de profesionalizar, militarizan.

Este es un ataque directo contra la libertad en México. Están buscando tomar el control del país, no para garantizar seguridad, sino para vigilar, silenciar y perseguir bajo la excusa del orden.

Desde Acción Nacional proponemos una ruta distinta. Si realmente se busca mejorar la seguridad, el camino es claro: hay que invertir en las policías locales, mejorar las fiscalías. En el México que queremos, los ciudadanos vuelven a confiar en sus instituciones de la seguridad.

No es tarde para corregir. Lo que está en juego no es una reforma más. Es la naturaleza misma del Estado mexicano. Y desde esta trinchera, seguiremos defendiendo con firmeza que la seguridad sí puede ser eficaz, sin sacrificar nuestras libertades.

¿Qué oculta realmente la nueva Ley de Telecomunicaciones de MORENA?

MORENA vuelve a hacer de las suyas. Esta vez, bajo el disfraz de modernizar la legislación, pretende tomar por asalto el sector de las telecomunicaciones. Lo que nos presentan como una nueva ley es, en realidad, un atentado contra la competencia, contra la libertad de expresión y contra el futuro digital de México.

En el fondo, lo que MORENA busca con esta nueva Ley en Materia de Telecomunicaciones y Radiodifusión no es otra cosa que apropiarse del árbitro, controlar el juego y silenciar a quien se atreva a disentir. La desaparición del Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFT) es solo el primer golpe: sustituyen a un organismo autónomo por una agencia sometida al Ejecutivo, la llamada Agencia de Transformación Digital y Telecomunicaciones (ATDT). Es decir, el gobierno no solo jugará el partido, también pitará el silbato y decidirá quién gana.

La nueva ley permite que el Ejecutivo federal, de manera directa y sin pagar contraprestaciones, se otorgue a sí mismo concesiones para explotar el espectro radioeléctrico y ofrecer servicios de internet. Nos quieren vender la idea de que es para llevar conectividad a todos los rincones del país, pero lo que realmente están haciendo es construir un monopolio estatal disfrazado, destruyendo décadas de esfuerzos por garantizar un mercado competitivo y libre.

¿Y qué decir de la censura? El texto abre la puerta al bloqueo de plataformas digitales con una facilidad escalofriante, sin necesidad de orden judicial, bajo criterios vagos y arbitrarios. Así, cualquier crítica, cualquier voz incómoda, podría ser callada en nombre de una supuesta regulación. Esta iniciativa es una amenaza directa contra los derechos humanos más básicos: la libertad de expresión y el acceso a la información.

Por si fuera poco, MORENA ha decidido dinamitar el despliegue de infraestructura tecnológica. Al eliminar la prohibición para que municipios cobren contribuciones adicionales a las empresas que despliegan redes, abren la puerta a una cascada de extorsiones locales que frenarán la llegada de internet a miles de comunidades. Cada ayuntamiento podrá imponer sus propios cobros, tarifas y obstáculos, creando un caos normativo que solo beneficia a los corruptos y castiga a los ciudadanos.

Los medios de comunicación tampoco se salvan. La ley impone nuevas cargas, obliga a pedir autorizaciones para contenidos financiados por extranjeros y establece mecanismos de control que, en los hechos, son censura previa. El mensaje es claro: quien no se alinee, será castigado.

Y para rematar, MORENA pretende que todo esto entre en vigor en apenas 30 días, ignorando abiertamente el plazo de 180 días que establece la Constitución. No respetan ni las formas ni el fondo. Lo que quieren es imponer a toda prisa un marco legal hecho a su medida, antes de que puedan ser frenados.

Esta no es una ley para modernizar México. Es una ley para someterlo.

Quieren arrebatarnos el internet libre, la pluralidad de los medios, el derecho a opinar y a disentir. Quieren un país en donde el gobierno decida qué vemos, qué escuchamos y qué decimos.

Desde Acción Nacional, desde la Cámara de Diputados, desde cada rincón en donde se defienda la democracia, vamos a levantar la voz. No vamos a permitir que el futuro de nuestras telecomunicaciones se convierta en el botín político de un régimen autoritario.

México merece más. Merece libertad, competencia, diversidad. Merece un futuro donde el acceso a la información no dependa de la voluntad de un gobierno.

Reforma contra el nepotismo: otra simulación de MORENA

La nueva simulación de MORENA es la mal llamada la reforma contra el nepotismo, que no previene colocación de familiares en el servicio público y sólo considera puestos de elección popular.

Desde luego que en Acción Nacional estamos a favor de combatir el nepotismo y por ello hemos hecho una iniciativa mucho más robusta y estricta que considera sanciones a servidores públicos que injustificadamente tengan familiares en su nómina, pero el oficialismo ha decidido ignorar esta propuesta, ya que, como todas sus iniciativas, no consideran el bien común, si no su propio beneficio.

Como diputado federal del PAN, no puedo quedarme callado ante esta reforma que busca aparentar cambios sin resolver el problema de raíz. Si realmente se quisiera erradicar el nepotismo, se aplicarían restricciones no solo a los cargos de elección popular, sino también a todos los servidores públicos de los tres poderes, dirigentes partidistas y quienes participan en contrataciones públicas. Nuestra propuesta contempla incluso la prohibición de que un familiar de un expresidente pueda ocupar el mismo cargo en los diez años posteriores a su mandato.

Sin embargo, el oficialismo ha bloqueado nuestra iniciativa en la Comisión de Puntos Constitucionales, limitando el alcance de la reforma para proteger sus intereses partidistas. Lo que vemos es una estrategia clara para seguir manteniendo el control político sin realmente combatir la corrupción institucionalizada en la administración pública.

Para colmo, en el Senado se aprobó la reforma con una trampa evidente: la prohibición del nepotismo electoral solo aplicará a partir de los procesos electorales de 2030. Esto significa que durante los próximos cinco años seguirá vigente la práctica de colocar familiares en cargos públicos sin restricciones.

¿Por qué hasta dentro de 5 años? Porque MORENA está más interesado en la simulación que en aplicar medidas efectivas de inmediato.

El nepotismo es corrupción en su forma más descarada. No se trata solo de otorgar cargos a familiares, sino de perpetuar redes de poder que obstaculizan el acceso equitativo de los ciudadanos a oportunidades en el servicio público. Como legisladores, nuestro deber es garantizar que el gobierno deje de ser una agencia de colocaciones familiares y se convierta en una institución de servicio real para la gente.

México necesita leyes firmes, no simulaciones. Si el oficialismo tuviera un verdadero compromiso con la transparencia y la igualdad de oportunidades, incluiría nuestras propuestas en el dictamen final y aplicaría las restricciones de inmediato. Pero mientras eso no suceda, seguiremos luchando para que nuestra iniciativa sea escuchada, discutida y votada. Nuestro país merece reglas claras y justas, y no descansaremos hasta que así sea.

24 no es suficiente, las familias necesitan un precio justo de la gasolina

La reciente iniciativa de la presidenta Claudia Sheinbaum de establecer un precio máximo de 24 pesos por litro de gasolina es un paso en la dirección correcta. Sin embargo, en el Partido Acción Nacional creemos que se puede ir más allá para garantizar un costo verdaderamente justo y accesible para todos los mexicanos.

Nuestra propuesta es clara: un precio fijo de 20 pesos por litro. Esta medida brindaría certeza a consumidores, empresarios e inversionistas, evitando la volatilidad que tanto afecta a las economías familiares. Además, lejos de ser una idea inviable, su implementación es perfectamente posible con los ajustes adecuados.

Proponemos tres acciones concretas para lograrlo:

  1. Deducción del 100% del gasto en gasolina para quienes la utilicen con fines laborales, beneficiando a trabajadores independientes y transportistas.
  2. Exención del IVA para evitar que factores externos disparen el precio del combustible.
  3. Estímulos fiscales al IEPS, ajustados de manera variable según el costo del crudo, para garantizar estabilidad en el mercado.

A pesar de los derroches y gastos innecesarios de los gobiernos de MORENA, la economía mexicana tiene la capacidad de ofrecer estas condiciones sin comprometer las finanzas públicas. El verdadero problema no es la falta de recursos, sino la falta de voluntad.

Es momento de adoptar soluciones reales y duraderas para proteger el bolsillo de los ciudadanos. Con estas medidas, no solo aseguramos precios justos en los combustibles, sino que también impulsamos el desarrollo económico y la estabilidad financiera de las familias mexicanas.

Saqueo disfrazado de reforma: el PELIGRO de cambiar la Ley del INFONAVIT

En México, los ahorros de los trabajadores están en riesgo con la reciente propuesta de reforma al Infonavit impulsada por la presidenta Claudia Sheinbaum. Aunque plantea construir y administrar vivienda social mediante una nueva empresa filial, las implicaciones financieras podrían ser desastrosas.

La reforma propone utilizar los 2.4 billones de pesos acumulados en las subcuentas de vivienda para financiar esta iniciativa. Sin embargo, no existen garantías claras en la ley que protejan estos recursos contra corrupción, malas prácticas o negligencia. ¿Qué sucederá si un trabajador solicita sus ahorros y descubre que ya no están disponibles?

El gobierno pretende asumir funciones de construcción y administración de vivienda, tareas que históricamente han sido mejor gestionadas por la iniciativa privada. Esto podría derivar en ineficiencia, corrupción y pérdida de recursos.

Aunque se busca beneficiar a sectores vulnerables con el arrendamiento social, esta medida también pone en juego los fondos de los trabajadores, sin garantizar que genere los ingresos necesarios para sostener el sistema.

Aunque la reforma contempla mecanismos de supervisión por parte de la Auditoría Superior de la Federación, la Secretaría de Hacienda y la Comisión Nacional Bancaria y de Valores, estos procesos suelen ser tardíos y reactivos.

Para cuando las irregularidades se detecten, podría ser demasiado tarde para los trabajadores cuyos ahorros ya habrían desaparecido.

Esta reforma al Infonavit representa un riesgo latente para los trabajadores y para el modelo de vivienda en México. Aunque su objetivo declarado es fortalecer la oferta de vivienda social, la realidad es que pone en juego los ahorros de millones de mexicanos sin ofrecer garantías sólidas.

El patrimonio de las y los trabajadores no debe ser el campo de experimentación de un gobierno que busca soluciones rápidas sin prever las consecuencias. Si queremos un sistema de vivienda sólido y sostenible, debemos priorizar la transparencia, la eficiencia y la seguridad financiera.

Como sociedad, es nuestra responsabilidad alzar la voz y exigir que estas reformas sean revisadas a profundidad, garantizando que el esfuerzo de los trabajadores no termine siendo otro caso de saqueo disfrazado de buenas intenciones.

100 de días crisis: las 5 principales fallas en la administración de Claudia Sheinbaum

Han pasado cien días desde que Claudia Sheinbaum asumió como presidenta de México, y aunque algunos puedan ver ciertos aciertos, la realidad es que estos primeros meses han estado marcados por decisiones controvertidas que han generado más dudas que certezas sobre el rumbo del país.

El aumento excesivo en el precio de la gasolina en 2025 ha sido uno de los golpes más duros para las familias mexicanas. En un contexto donde la economía ya venía tambaleándose desde 2024, este incremento ha complicado aún más la estabilidad financiera de millones de hogares.

Por si fuera poco, el control del Poder Legislativo y Judicial desde el Poder Ejecutivo ha dejado a la sociedad civil y a quienes formamos parte de la oposición con pocas herramientas para frenar estas decisiones unilaterales. Este tipo de autoritarismo representa un retroceso preocupante para nuestra democracia y debilita los contrapesos que deberían garantizar un gobierno equilibrado y justo.

En este panorama de malas decisiones enfocadas únicamente en mantener el poder, el México que se debería estar gobernando enfrenta las consecuencias. Aquí te dejamos las cinco principales fallas que han destacado en estos primeros 100 días:

Las 5 principales consecuencias de una mala gestión

1. Seguridad: un país sumido en el miedo

La inseguridad sigue siendo uno de los mayores problemas de México. En estos primeros cien días, se han reportado más de 7 mil homicidios dolosos. Esto no sólo es un número, sino una realidad que afecta a miles de familias que viven con miedo y desesperanza, viendo cómo la violencia no cede.

2. Economía familiar debilitada

En lugar de impulsar un crecimiento económico que genere estabilidad, el gobierno ha optado por endeudarse para financiar programas sociales que parecen más medidas de corto plazo para ganar popularidad. Mientras tanto, los precios no dejan de subir y los salarios no alcanzan. Las familias necesitan soluciones reales, no paliativos.

3. Salud: un sistema que sigue siendo insuficiente

El sistema de salud público sigue estando en la cuerda floja. Hospitales sin insumos, largas filas para atención y un servicio deficiente contrastan con los millonarios recursos que se destinan a proyectos como el Tren Maya o el Aeropuerto de Santa Lucía. La salud debería ser prioridad, pero no lo es.

4. Ataques a la democracia y los contrapesos

El debilitamiento de nuestras instituciones democráticas también es preocupante. Desde los recortes al presupuesto del INE hasta los intentos de controlar al Poder Judicial y desaparecer órganos autónomos, estas acciones generan incertidumbre y alimentan la concentración del poder, algo que no beneficia a nadie.

5. Prioridades presupuestales equivocadas

El Presupuesto de Egresos de la Federación 2025 deja claro que las prioridades del gobierno no están alineadas con las necesidades reales de las familias mexicanas. Recursos que podrían destinarse a seguridad, salud o economía se van a proyectos que no ofrecen resultados inmediatos ni tangibles.

100 días en crisis

Estos cien días han sido una muestra preocupante de lo que podría venir si no se corrige el rumbo. La inseguridad, la economía y la salud son temas que afectan directamente a la gente y que necesitan soluciones urgentes. Es momento de escuchar a la población y enfocarse en lo que realmente importa: un México más seguro, con oportunidades reales y servicios de calidad. No hay tiempo que perder, los cambios deben llegar ya.

Los platos rotos de MORENA: inflación, escasez y una economía poco competitiva

El Paquete Económico 2025 propuesto por el gobierno de MORENA es una receta peligrosa para la economía de México. Con un déficit histórico de 1.6 billones de pesos, basado en estimaciones optimistas e irreales, el plan no solo amenaza con disparar la deuda pública, sino que también coloca al país en una trayectoria alarmantemente similar a la de economías en crisis como Argentina y Venezuela.

MORENA justifica su presupuesto con proyecciones poco realistas, como un crecimiento económico del 3% y un tipo de cambio de 18.5 pesos por dólar, mientras los mercados internacionales y expertos locales predicen cifras significativamente más bajas. Este optimismo desmedido es preocupante, ya que no contempla los impactos de factores externos como los aranceles a las remesas anunciados por Donald Trump o la desaceleración económica global.

Cuando las metas de ingresos no se cumplan, el gobierno tendrá dos opciones: recortar gastos esenciales o recurrir a más deuda. En ambos escenarios, los mexicanos pagarán los platos rotos. Un niño recién nacido ya "debe" 140,000 pesos por la creciente deuda pública, una carga que seguirá aumentando mientras no se adopten políticas responsables que incentiven la inversión y el crecimiento.

La historia reciente de América Latina ofrece ejemplos claros de lo que sucede cuando los gobiernos priorizan el gasto desenfrenado sobre la estabilidad económica. En Argentina, políticas fiscales irresponsables y un déficit financiado con deuda han llevado a una inflación descontrolada, una moneda en constante devaluación y una fuga de inversiones. Venezuela, por su parte, enfrentó un colapso económico completo al basar su modelo en ingresos inflados por el petróleo y descuidar la diversificación productiva.

México podría estar caminando por un sendero similar. El gobierno de MORENA sigue prometiendo milagros económicos mientras las cifras reales muestran un crecimiento raquítico, un estancamiento en la producción petrolera y una deuda cada vez más inmanejable.

El verdadero motor de una economía sostenible no es el endeudamiento, sino la inversión. En lugar de perseguir objetivos fiscales poco realistas, México necesita políticas que fomenten la confianza de los inversionistas, reduzcan la carga fiscal a las empresas y fortalezcan las instituciones que garantizan el Estado de derecho. Sin un entorno competitivo, nuestro país seguirá atrapado en un ciclo de endeudamiento e inflación, con costos sociales y económicos que las futuras generaciones no podrán soportar.

MORENA está hipotecando el futuro de México con promesas vacías y números fantasiosos. Si no se toman decisiones responsables ahora, el país podría sumirse en una crisis de la que le tomará décadas recuperarse. Por el bien de los mexicanos, es urgente replantear este modelo económico antes de que el costo sea irreversible.